Durante siglos, mientras el
mundo estaba lleno de reyes y éstos ejercían (obviamente) un poder absoluto,
autoritario e inapelable; el indulto fue un acto de “bondad y clemencia” por
parte del rey, que se presentaba así como un hombre generoso y “humano” (si
pensamos que muchos de éstos se consideraban de una calidad humana superior al
resto). En el Reino Unido, por ejemplo, donde todavía existe la figura de una
reina, es sólo ella quien puede otorgar el indulto.
Ayer en la noche, Enrique
Peña Nieto (quien ejerce el cargo de presidente de este país, pero a quien yo
no reconozco como tal), anunció que el Diario Oficial de la Federación
publicará reformas al Código Penal Federal que permiten el indulto. A partir de
dicha publicación, el señor Peña Nieto generosamente
otorgará el indulto al maestro Alberto Patishtán, quien lleva 13 años en la
cárcel acusado de emboscar y asesinar policías en Chiapas.
El tema aquí es que a
través de un “indulto” se logrará la libertad de un hombre que a todas luces es
inocente, que fue obligado a declarar sin abogado, a quien se le detuvo sin una
orden de aprehensión y por quien el organismo Amnistía Internacional ha
intercedido varias veces, apelando su inocencia.
¿Cómo se puede “indultar”
a alguien inocente? ¿Cómo puede alguien que es un delincuente que robó la
presidencia, que no ha podido explicar bien a bien la muerte de su esposa, que
ha sido acusado de mandar golpear maestros gays que hoy están en el exilio,
“indultar” a alguien? ¿Con qué cara puede dárselas de héroe?
La sociedad civil ha
exigido durante años la libertad de Patishtán, no como un favor, no como un
“acto piadoso” del gobierno, sino por justicia. Simplemente por justicia.
Ayer leía una nota
titulada “La justicia mexicana niega la libertad a Patishtán”. Sentí coraje al
ver que se refieran a los tribunales y jueces como “justicia”. México está muy
lejos de ser un país justo.
El caso de Patishtán es
uno entre miles. Muchos indígenas que no hablan español hoy se encuentran
encarcelados porque no pueden comunicarse, porque no tienen un abogado que
hable su lengua y los pueda defender, porque no tienen dinero para pagar un buen
defensor, que viven en una total injusticia, sin siquiera saber por qué están
en la cárcel.
Me da mucho gusto que
Patishtán quede libre mañana, pero no me da gusto que sea por un “indulto” y no
porque en nuestro país exista verdadera justicia.
Como he leído en Twitter
desde anoche. Este indulto de Peña Nieto es en realidad un insulto para Patishtán.
PD. ¿Se han puesto a pensar las amplias posibilidades que esta reforma le otorga al presidente en turno? ¡Podrán liberar a quien quieran! Hoy, Peña Nieto se quiere sentir héroe con Patishtán, pero también puede ser un villano para los mexicanos con esto del indulto. ¿A quién creen que libere después? Porque ya soltaron a Salinas (y le devolvieron todo el dinero que robó del erario) y liberaron también a Caro Quintero. ¿Quien creen que siga, ahora cobijados con esta reforma para otorgar indultos?